PREHISTORIA
Las leyendas cuentan que había una vez dos divinidades: Izanagi
(masculina) e Izanami (femenina), las cuales descendieron de Takamagahara (la
llanura celestial) a un mundo donde solo había agua para así crear la Tierra.
Así fue como el archipiélago de Japón, surgió de las gotas que resbalaban de la
lanza de Izanagi y que se solidificaron sobre el mar. Izanagi e Izanami
poblaron el nuevo territorio con dioses y uno de esos dioses, fue Amaterasu, la
diosa del sol, de quien desciende el primer emperador de Japón, Jimmu.
Y aunque ese es el mito fundacional de Japón, la realidad es distinta,
aunque sigue siendo igual de misteriosa, pues muchos datos son todavía
desconocidos a día de hoy. Se cree que los primeros hombres debieron llegar a la isla al menos hace
200.000 años y que pertenecían a un tipo de humano similar al "Hombre de
Pekín", sin embargo los restos humanos más antiguos encontrados en Japón,
se remontarán al Paleolítico Superior, hace tan solo a 30.000 años. Es
importante mencionar que hasta la última glaciación hace 15.000 años, Japón
estaba unido al continente asiático por varios puntos, lo que permitiría el
desplazamiento de grupos de personas del continente a la isla. Esta gran
diversidad y falta de datos, repercute también en el origen del idioma japonés,
ya que no es similar a ningún otro y al mismo tiempo tiene ligeros parecidos con varias lenguas
altaicas como el coreano, mongol, turco e incluso el polinesio.
El paso de la Edad de Piedra a la primera edad prehistórica de Japón
conocida como el periodo Jomon, llamado
así por la cerámica con marcas en forma de cuerdas que apareció en esta época.
Eran un pueblo cazador-recolector, así que comenzaron a asentarse en la costa,
en especial en la zona de la bahía de Tokio. Y aunque desarrollaron una
agricultura muy básica, no sería hasta el siguiente periodo que se considera
que la agricultura apareció oficialmente en Japón.
Sin embargo por este entonces, empezaron a surgir las primeras
creencias religiosas. En Mawaki, se encontraron numerosos restos de cráneos de
delfines que habían sido colocados juntos y ordenados como si fuera parte de un
rito. También son típicas de este periodo, unas figurillas de arcilla o dogu,
esculpidas con diversas formas y que representaban a espíritus protectores y
que tenían diversas formas.
Cuando el periodo Jomon
llegó a su fin tras 11.000 años, fue sucedido por la edad agrícola japonesa que
fue a su vez una Edad de los Metales: el Periodo
Yayoi.
Este periodo se caracteriza por la llegada de inmigrantes a las islas
desde diversos puntos de Asia, los cuales llevaron con sigo la tecnología del
hierro y el bronce, al igual que su característica cerámica rojiza y una
agricultura avanzada y basada en el cultivo del arroz. A partir de este momento
empezaron a diferenciarse de forma evidente las clases sociales, al mismo
tiempo que comenzó el comercio entre tribus y por lo tanto también la rivalidad
entre ellas por la apropiación de los recursos.
EL CLAN YAMANATO
Los asentamientos permanentes que surgieron a raíz del desarrollo de
la agricultura, fueron dando lugar a diversas tribus con su territorio limitado
por fronteras, las cuales a su vez fueron evolucionando hasta convertirse en
reinos. Para mediados del Siglo III la gran mayoría de estos reinos estaban
gobernados por una reina llamada Himiki, cuyo propio territorio se llamaba
Yamatai, de donde más adelante derivaría el nombre de Yamato. Desde China, se
consideraba a Himiki la soberana de todo Japón, y ella a su vez mostraba su
respeto y su obediencia al emperador de China. Con ella comenzó el periodo
Yamato, dirigido por el Clan Yamato al que se considera que perteneció el
primer emperador japonés del que hay constancia real, Sujin.
Para el año 552 se produjo la llegada del budismo a Japón, religión
que fue adoptada por los emperadores con la intención de de unificar y
controlar el estado, tratando de convertir a Japón en un reino tan poderoso
como su vecino China.
La influencia de China sobre Japón queda reflejada en la creación de
la primera Constitución de 17 artículos y de estilo confucionista. También se
realizaron reformas de estilo chino sobre la centralización del gobierno,
nacionalización y división de tierras. Para este entonces, el emperador Temmu
empezó a preocuparse por legitimar su poder y se empezó a crear un registro
histórico que probara su supuesta ascendencia divina. Lo consiguió y para
principios del S. VIII ya podía considerarse a Japón como un País.
LA ERA DE LOS CORTESANOS Y SAMURÁIS
La primera capital del recién creado nuevo estado, fue creada en Nara,
pero menos de un siglo después, fue trasladada a Kioto, donde quedaría ya
asentada por más de mil años. Allí empezó a florecer una corte en torno al
emperador que llegó a alcanzar su máximo esplendor y cuyas refinadas costumbres
y el protocolo de la corte, fue inmortalizado en la famosa novela Genji
Monogatari, escrita por Murasaki Shikibu en torno al 1004. Fue una época de
gran desarrollo artístico y cultural, pero que supuso el principio de la
decadencia de los emperadores, ay que estos iban viendo su poder diluirse entre
las continuas intrigas y juegos de poder de la corte.
En este momento, aunque los nobles se volvían cada vez más débiles al
sucumbir a los placeres y a la irrealidad de la vida en la corte, en las
provincias fueron formándose poderosos ejércitos comandados por nobles menores
que no tenían derecho a acceder a la corte y formados por poderosos samurais,
cuya traducción literal sería "sirvientes".
Había por ese entonces dos familias desterradas y grandes enemigas
entre si, los Minamoto y los Taira, que fueron contratadas para ayudar en una
guerra de sucesión por el trono. Pronto la guerra de sucesión pasó a un segundo
plano y se convirtió en una guerra entre ambas familias por el control del
imperio y acabó con la victoria del líder de los Taira. Sin embargo este acabó
sucumbiendo a la debilidad de la corte y cayendo en los vicios de esta, y al
final los Minamoto se hicieron con el control, ganando al clan Taira en una
batalla naval. Así fue como comenzó el primer régimen militar feudal de Japón,
el Shogunato Kamakura dirigido por Yorimoto Minamoto.
LA ERA DE LOS GUERREROS
EL PRIMER SHOGUNATO
Con la llegada al poder de Yorimoto, la figura del emperador quedó mermada y el poder recayó en manos del Shogun o "Generalísimo". Surgió entonces el Shogunato Kamakura, nombre que recibió debido a que Kamakura se convirtió en la nueva capital del Shogun, cuyo gobierno se extendería en el tiempo por casi 700 años.
Aunque supuestamente el Shogun era el brazo militar del emperador, la
realidad es que el poder quedó concentrado en Yorimoto y sus descendientes.
Durante el primer Shogunato, se instauró un sistema feudal de señores y
vasallos, en el que predominaba la lealtad como el principio básico de la vida.
Había también un fuerte sentido de jerarquía familiar, la cual llevada al
extremo supuso graves problemas de desconfianza familiar que llevó a eliminar a
todos aquellos miembros de la familia que podía suponer una amenaza para la
herencia del poder. A la muerte de Yorimoto, su mujer se hizo con el control y
convirtió a su familia, el clan Hōjō, en los regentes del clan Minamoto y por
lo tanto regentes del Shogunato Kamakura que pasaría a convertirse en el
Shogunato Hōjō.
Aunque
su dominio se extendería hasta el 1333, no se vieron libres de sufrir dos
importantes invasiones mongolas. Sin embargo ambas invasiones fracasaron por la
resistencia feroz de los japoneses y por el clima, que destruyó en ambas
ocasiones las naves de los mongoles, como si se tratara de la mano de los
dioses. Sea como fuere, Japón nunca más volvió a ser invadido.
SEGUNDO SHOGUNATO, PERIODO SENGOKU Y REUNIFICACIÓN DE JAPÓN
Con la fijación de la capital de nuevo en Kioto, comenzó el segundo
Shogunato de Japón o Shogunato Ashikaga, caracterizado por su debilidad y
también por el nuevo florecimiento del arte que se vio expresado en la creación
del delicado teatro nō, el arte del ikebana o arreglo floral y en la
cha-no-yu o ceremonia del té.
La debilidad de este Shogunato, desembocó en una guerra civil, también
llamado periodo Sengoku cuya traducción literal es "Estados en
guerra" y que duró 100 años. Fue precisamente durante este periodo, que
llegaron los primeros europeos a Japón, que llevaron consigo dos cosas que
cambiarían el rumbo de Japón: las armas de fuego y el cristianismo.
Uno de los generales más famosos de esta época fue Nobunaga, quien se
hizo con el control de Kioto, desplazando al Shogun Ashikaga y gobernando en su
lugar. Favoreció la nueva religión europea y rechazó el budismo que hasta
entonces había predominado en Japón, pero fue traicionado por uno de sus
generales y fue sustituido por Toyotomi Hideyoshi. Este general gobernó de
forma cruel e inició una particular campaña en contra del cristianismo,
expulsando a los cristianos de Japón y crucificándolos.
A su muerte, ordenó a uno de sus generales la protección del país
hasta la madurez de su hijo Hideyori, pero esto nunca llegó a producirse, pues
a su muerte, Ieyasu Tokugawa, inició una guerra para hacerse con el control del
Estado la cual terminó con su victoria y dio inicio al tercer y último
Shogunato de Japón, reunificando así al país.
TERCER SHOGUNATO Y AISLAMIENTO DEL EXTERIOR
Con la llegada de los Tokugawa al poder, dio comiendo el Shogunato
Tokugawa que se extendería por más de 200 años. La capital continuó
oficialmente en Kioto, donde residía el Emperador, cuyo título era meramente
honorífico. Sin embargo, la capital del poder y donde residía el Shogun se
trasladó a Edo, que más adelante pasaría a llamarse Tokio.
Una vez asegurado el poder de la familia Tokugawa, Ieyasu y sus
descendientes se dedicaron a reforzarlo mediante un férreo control del clases
sociales y minimizando cualquier posible desafío. Así instauraron rígidas leyes
sobre la población, obligando a pedir autorización para contraer matrimonios o
construir castillos y obligando a los nobles a residir cada dos años en Edo y
manteniendo a sus familias como rehenes en la capital. También se destruyeron
puentes, caminos, puertos... Todo para aislar a la población, llegando incluso
a prohibirse la salida al extranjero de cualquier ciudadano.
Los cristianos se vieron expulsados del país y surgió un fuerte
sistema de clases sociales dividido cuatro clases principales: en orden
decreciente, samuráis, agricultores, artesanos y mercaderes. Esta clase social
lo definía todo, la indumentaria, la comida, la casa... Durante este periodo
hubo una fuerte represión y severos castigos, mediante los cuales la gente
aprendió la importancia de la obediencia a la autoridad, la responsabilidad
colectiva y de hacer lo correcto. Valores
que hoy en día siguen destacando entre la sociedad japonesa.
Durante este periodo floreció el comercio, surgió el teatro kabuki, el
bunraku o teatro clásico de títeres, el haiku o poema breve de tres versos de
cinco, siete y cinco sílabas respectivamente y los ukiyo-e o grabados en
bloques de madera, que a menudo eran sobre las geishas.
Por su parte los samuráis ya no tenían batallas importantes, así que
su labor se limitaba más a lo administrativo que a la guerra. Quizás por eso
fue durante este tiempo cuando se creó el Código Samurái del Bushidō, que
aunque estaba impregnado de idealismo, a veces llegó a aplicarse, como en la
famosa historia de los 47 rōnin.
MODERNIZACIÓN Y OCCIDENTALIZACIÓN
Con la llegada de los europeos a Japón, Estados Unidos decidió unirse
a la colonización del hasta ahora país herméticamente cerrado. Hasta el momento
todos los barcos occidentales que habían llegado a las costas del país se
habían encontrado con la imposibilidad de entrar, incluso con la muerte en
algunos casos de todos los tripulantes, por eso, dispuestos a cambiar eso y a
obtener un beneficio comercial, EEUU mandó sus buques de guerra a Japón. Cuando
la flota del Comodoro Perry arribó a Edo, el Shogunato ante la imposibilidad de
plantarles cara, se vio obligado a ceder a las exigencias de EEUU y a abrir el
país al exterior, dándoles privilegios a las naciones extranjeras y perdiendo
gran parte del control del país.
Esto provocó el descontento de los samuráis contrarios al Shogun,
quienes empezaron a promover el regreso del emperador y la expulsión de los
extranjeros, dando inicio así a la Revolución Meiji que duró desde finales de
1867 hasta principios de 1868. Si bien no fue posible volver a expulsar a los
extranjeros, si que fue posible destituir al último cuando Shogun y restaurar
al emperador Mutsuhito, convirtiendo la antigua capital del shogunato en la
nueva capital del imperio y cambiándole el nombre a Tokio.
A pesar de la restauración del emperador, este era un adolescente que
se dejaba llevar por aquellos que le habían devuelto el poder, aunque por
suerte para Japón, esos resultaron ser unos grandes líderes, muy capaces de
dirigir el país y orientar al joven emperador.
Bajo el lema de fukoku kyōhei que
significaba “país rico, ejército fuerte”, Japón comenzó a occidentalizarse y se
enviaron emisarios a occidente para aprender la cultura, la forma en que se
dirigían otros países e incluso asesores para aprender sobre banca, transportes
o minería. Se trajeron nuevos inventos que hasta entonces no había en Japón,
como el telégrafo, ferrocarriles, armas.
Las antiguas instituciones del imperio fueron
desapareciendo y siendo sustituidas por otras más modernas al modo de
occidente. Pero esto llevó ligado la desaparición de las fuertes clases
sociales y la paulatina desaparición del régimen feudal y por lo tanto de los
samuráis que hasta entonces habían sido el alma del país, lo cual provocó un
descontento entre la población que derivó en varios alzamientos militares.
Sin embargo el ejército recién creado del emperador y entrenado y
armado por militares estadounidenses, fue decisivo para aplastar todos los
levantamientos samuráis. A partir de ahí, Japón fue avanzando con rapidez,
movido por una educación joven, trabajadora y obediente que seguían las nuevas
indicaciones del régimen y trabajaba por el bien de la nación.
Para cuando el emperador murió, Japón ya era una potencia que competía
con occidente, había dejado atrás el antiguo régimen feudal fuertemente
arraigado y estaba listo para convertirse en un país ejemplar, que destacaría
por sus grandes avances tecnológicos.
JAPÓN EN LA ACTUALIDAD
Actualmente Japón es un país mezcla de tradiciones y modernidad, lo
cual es su principal atractivo para convertirse en un país sumamente llamativo
para el turista de hoy en día, quien queda fascinado por los contrastes del
país y por su gente.
Las relaciones familiares siguen caracterizándose por unos fuertes
lazos y por el respeto hacia los más mayores. Si bien en las casas ya no
conviven tres generaciones y cada vez se tiende más a las pequeñas unidades
familiares, se procura vivir cerca, de tal forma que los lazos familiares no se
rompan. Las casas pueden ser tradicionales, con suelos de tatamis y algunas
puertas y paredes de papel típicas de las casas de zonas rurales, u
occidentales, algo típico en las grandes ciudades, con pisos de pequeñas
dimensiones, ya que el metro cuadrado de suelo en Japón, está excesivamente
sobrevalorado. De ahí que resulte casi imposible vivir en las grandes ciudades
y que los trabajadores hagan una media de 4 horas de viaje al día desde se casa
al trabajo y viceversa.
Las relaciones entre hombres y mujeres, aunque han ido volviéndose más
liberales con el paso de los años, siguen estando coaccionadas por una sociedad
fuertemente machista, en la que cada persona suele preferir la compañía de su
propio sexo. Esto dificulta el conocer personas del otro sexo y relacionarse
con ellas, por lo que muchas veces los matrimonios siguen siendo arreglados o
con conocidos presentados por la familia.
El trabajo es una de las partes más importantes en la vida del pueblo
japonés, quienes se caracterizan por su fuerte lealtad hacia la empresa y las
largas jornadas laborales de 6 días. Los hombres de negocios no suelen ver
demasiado a su familia, ya que se espera de ellos que al finalizar su larga
jornada laboral, se vayan a tomar algo con sus compañeros y lleguen tan tarde a
casa que sus hijos estén dormidos. Aunque cada vez hay más mujeres
trabajadoras, todavía hay una fuerte desigualdad entre el sueldo de hombres y
mujeres y en la responsabilidad de los trabajos, pues hay pocas mujeres
ocupando altos cargos. Sin embargo la estricta forma de vida de los japoneses
empieza desde bien pequeños, pues desde que empiezan a ir al colegio, los niños
son sobrecargados con numerosas clases extraescolares. Así se van acostumbrando
a sus futuras jornadas laborales, que se convertirán en el centro de su vida
adulta.
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